viernes, 11 de enero de 2013

Décalogo para motivar



Són muchos los estudios que han mostrado que son más eficaces el elogio y el premio que el reproche y el castigo. Pero también se ha demostrado que es más conveniente censurar y castigar que el no intervenir por sistema

1. Los elogios aumentan la confianza en sí mismos de los niños/as.
2. Contar con la aprobación de los padres ayuda a aceptar el esfuerzo.
3. Ante un fracaso hay que estimular un propósito de mejora.

4. No debe alabarse a la persona, sino el trabajo realizado.
5. Es bueno informar periódicamente a los niños/as de los progresos. Lo ideal es que el mismo individuo pueda descubrir sus progresos.
6. Hay que dejar ver que siempre se espera algo más de ellos y que se confía en sus posibilidades.
7. No conviene alabar siempre o de forma excesiva. Esto fomenta el engreimiento y el falso concepto de uno mismo, además hace que se valore poco lo conseguido.
8. Los premios son más efectivos porque fortalecen la conducta correcta. Para que éstos no favorezcan el hecho de actuar por el premio y no por la obra bien hecha, han de graduarse hasta llegar a las motivaciones de logro (ver cuadro anexo).
9. Los premios y halagos han de:
  • Estar relacionados con la conducta que se desea valorar.
  • Enlazar con los intereses y aficiones personales.
  • Establecerse a corto plazo.
  • Evitar las recompensas económicas o los regalos materiales por sistema.
  • No premiar todo lo que se hace bien.
10. Los efectos del castigo son primordialmente emocionales, malogrando la realización y no cambiando el aprendizaje. Éstos deben reunir algunas condiciones para que sean educativos:
  • Que no sean un mero desahogo del enfado de los padres.
  • Que no sean interpretados como una represalia.
  • Que sean proporcionales a la falta cometida.
  • Que estén en relación al carácter y edad del niño.
  • Que se impongan sin demora.
  • Que la sanción se imponga tras un diálogo con el niño/a, de forma que éste comprenda por qué ha actuado mal y vea el castigo como una forma de reparar la falta cometida. El castigo es una ayuda para mejorar.

EJEMPLOS PRÁCTICOS Y/O CONSEJOS PARA ALCANZAR LA MOTIVACIÓN DE LOGRO

Edad de los Niños

1ª Infancia (0-4 años) - Premios e incentivos de tipo material, relacionados con la tarea requerida - Alabar con gestos y palabras las actitudes positivas que queremos conseguir. - Las amenazas incumplidas perjudican más que otra cosa. Es preferible amenazar menos con castigos y cuando se haga cumplirlos a rajatabla. - El castigo ha de ser proporcional, como regla general, a la falta cometida, y ha de hacerse lo suficientemente cercano en el tiempo para que el niño/a sea consciente.
2ª Infancia (5-8 años)- Los premios de tipo material deben ser esporádicos e ir aumentando paulatinamente los halagos, muestras de alegría y demás actitudes que dejen ver al niño que la tarea en sí misma tiene finalidad. - El niño/a tiene que ir aprendiendo que estudiar y hacerlo bien es bueno para sí. - En estas edades se comienza a ver la diferencia entre alumnos/as que tienen una base adecuada para alcanzar una motivación de logro y los que no.
3ª Infancia (8-12 años)- No totalmente, pero las motivaciones de los niños, de cara a los estudios, deben ser en su mayoría de tipo intrínseco. - Es aconsejable preocuparse por sus tareas escolares, facilitarles el estudio y ayudarles. Si hay éxito, mostrarles nuestra alegría y si no, pedirles por lo menos esfuerzo. - Un ambiente en casa que sea estable, organizado, ayuda al éxito. Se debe hacer ver que no todo necesita un premio material. - Para favorecer una motivación intrínseca hay que presentar el estudio como un trabajo con sentido:* Informar acerca de qué se espera del niño/a en el trabajo escolar. * Explicar de vez en cuando el por qué de determinadas tareas.* Ayudar a que se propongan metas relacionadas con el estudio.* Fomentar la superación continua de sí mismo.* Explicarlos los criterios de evaluación de los profesores. * Aplicar lo que estudian a situaciones prácticas.* Valorar las ideas propias sobre cómo organizar el trabajo.* Exigir esfuerzo proporcionado a la capacidad.* De vez en cuando, como premio al esfuerzo, que no al resultado, se puede ofrecer al alumno algún motivo externo, siempre relacionado con la tarea que se le exige. De esta manera, un viaje (necesitamos aprender para poder viajar), un ordenador (nos facilitará el aprendizaje), una bicicleta (nos permitirá hacer deporte que es sano para el cuerpo y para la mente), etc. pueden ser motivos válidos.
 

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