Fuente: Aleteia
Discurso del Papa al Coloquio interreligioso promovido en el Vaticano
“Los niños tienen derecho de crecer en una familia, con un papá y una mamá, capaces de crear un ambiente idóneo a su desarrollo y a su maduración afectiva”: lo afirmó el Papa a los participantes en el Coloquio internacional sobre la complementariedad entre hombre y mujer, promovido en el Vaticano por la Congregación para la Doctrina de la Fe.
El Papa Francisco subrayó que no hay que caer en la trampa de calificar la familia con conceptos de naturaleza ideológica que sólo tienen fuerza en un momento de la historia, y después caen: la familia es un hecho antropológico, la familia es familia.
El Papa Francisco quiso ante todo compartir una reflexión sobre el título del Coloquio. “Complementariedad”: es una palabra preciosa, con múltiples valores. Se puede referir a diversas situaciones en las que un elemento completa al otro o suple una carencia suya.
Sin embargo, complementariedad es mucho más que esto. Los cristianos encuentran su significado en la Primera carta de san Pablo a los Corintios, donde el apóstol dice que el Espíritu ha dado a cada uno dones distintos de manera que, como los miembros del cuerpo humano se completan por el bien del entero organismo, los dones de cada uno pueden contribuir al bien de todos (cfr 1 Cor 12).
Reflexionar sobre la complementariedad no es otra cosa que meditar sobre las armonías dinámicas que están en el centro de toda la Creación. Y esta es la palabra clave: armonía. Todas las complementariedades el Creador las hace para que el Espíritu Santo, que es el autor de la armonía, haga esta armonía”.
“Oportunamente – dijo – os habéis reunidos en este coloquio internacional para profundizar el tema de la complementariedad entre hombre y mujer. En efecto, esta complementariedad está en la base del matrimonio y de la familia, que es la primera escuela donde aprendemos a apreciar nuestros dones y los de los demás, y donde comenzamos a aprender el arte de vivir juntos”.
Para la mayor parte de nosotros, la familia constituye el lugar principal en el que empezamos a “respirar” valores e ideales, como también a realizar nuestro potencial de virtud y caridad. Al mismo tiempo, como sabemos, las familias son lugar de tensiones: entre egoísmo y altruismo, entre razón y pasión, entre deseos inmediatos y objetivos a largo plazo... Pero las familias proporcionan también el ámbito en el que resolver estas tensiones: y esto es importante".
"Cuando hablamos de complementariedad entre hombre y mujer en este contexto, no debemos confundir este término con la idea simplista de que todos los roles y las relaciones entre ambos sexos están cerradas en un modelo único y estático”.
“La complementariedad asume muchas formas, porque cada hombre y cada mujer aporta su propia contribución personal al matrimonio y a la educación de los hijos. La propia riqueza personal, el propio carisma personal, y la complementariedad se convierte así en una gran riqueza. Y no sólo es un bien, sino que también es belleza”.
“En nuestro tiempo – observó – el matrimonio y la familia están en crisis. Vivimos en una cultura de lo provisional, en la que cada vez más personas renuncian al matrimonio como compromiso público”.
"Esta revolución de las costumbres y la moral ha enarbolado a menudo al bandera de la libertad – entre comillas – pero en realidad ha traído devastación espiritual y material a innumerables seres humanos, especialmente a los más vulnerables”.
“Cada vez es más evidente que el ocaso de la cultura del matrimonio está asociado a un aumento de la pobreza y a una serie de muchos otros problemas sociales que afectan de manera desproporcionada a las mujeres, niños y ancianos.
Cada vez son más las personas que sufren más, en esta crisis”.
“La crisis de la familia ha dado origen a una crisis de ecología humana, pues los ambientes sociales, como los ambientes naturales, necesitan ser protegidos. Aunque la humanidad ya ha comprendido la necesidad de afrontar lo que constituye una amenaza para nuestros ambientes naturales, somos lentos – pero somos lentos, ¿eh?, en nuestra cultura, también en nuestra cultura católica – somos lentos en reconocer que también nuestros ambientes sociales corren riesgo. Es por tanto indispensable promover una nueva ecología humana y hacerla ir adelante”.
“Es necesario insistir en los pilares fundamentales que sostienen una nación: sus bienes inmateriales".
"La familia sigue siendo el fundamento de la convivencia y la garantía contra la desintegración social. Los niños tienen derecho a crecer en una familia con un papá y una mamá, capaces de crear un ambiente idóneo a su desarrollo y a su maduración afectiva”.
“Por esta razón, en la exhortación apostólica Evangelii gaudium, puse el acento en la contribución ‘indispensable’ del matrimonio a la sociedad, contribución que ‘supera el nivel de la emotividad y de las necesidades contingentes de la pareja’ (n. 66). Por esto os agradezco el énfasis puesta por vuestro coloquio sobre los beneficios que el matrimonio puede traer a los niños, a los cónyuges mismos y a la sociedad”.
“En estos días – añadió – mientras reflexionáis sobre la complementariedad entre hombre y mujer, os exhorto a dar relieve a una verdad respecto al matrimonio: es decir que el compromiso definitivo respecto a la solidaridad, la fidelidad y el amor fecundo responde a los deseos más profundos del corazón humano”.
“Pensemos sobre todo en los jóvenes, que representan el futuro: es importante que estos no se dejen llevar por la mentalidad dañina de lo provisional y sean revolucionarios por el valor de buscar un amor fuerte y duradero, es decir, de ir contracorriente: se debe hacer esto".
Y añadió: "No debemos caer en la trampa de ser calificados con conceptos ideológicos. La familia es un hecho antropológico, y consecuentemente un hecho social, de cultura .... Y nosotros no podemos calificarla con conceptos de naturaleza ideológica que sólo tienen fuerza en un momento de la historia, y después caen”.
“No se puede hablar hoy de familia conservadora o familia progresista: la familia es familia. Pero no dejarse calificar así por este u otro concepto, de naturaleza ideológica. La familia es en sí misma, tiene una fuerza en sí misma”.
Su deseo final: “Que este coloquio pueda ser fuente de inspiración para todos aquellos que buscan apoyar y reforzar la unión del hombre y de la mujer en el matrimonio como un bien único, natural, fundamental y bello para las personas, las familias, las comunidades y las sociedades”.
“Es este contexto quiero confirmar que, si Dios quiere, en septiembre de 2015 iré a Philadelphia para el octavo Encuentro Mundial de las Familias. Os doy las gracias por las oraciones con las que acompañáis mi servicio a la Iglesia”.
“Los niños tienen derecho de crecer en una familia, con un papá y una mamá, capaces de crear un ambiente idóneo a su desarrollo y a su maduración afectiva”: lo afirmó el Papa a los participantes en el Coloquio internacional sobre la complementariedad entre hombre y mujer, promovido en el Vaticano por la Congregación para la Doctrina de la Fe.
El Papa Francisco subrayó que no hay que caer en la trampa de calificar la familia con conceptos de naturaleza ideológica que sólo tienen fuerza en un momento de la historia, y después caen: la familia es un hecho antropológico, la familia es familia.
El Papa Francisco quiso ante todo compartir una reflexión sobre el título del Coloquio. “Complementariedad”: es una palabra preciosa, con múltiples valores. Se puede referir a diversas situaciones en las que un elemento completa al otro o suple una carencia suya.
Sin embargo, complementariedad es mucho más que esto. Los cristianos encuentran su significado en la Primera carta de san Pablo a los Corintios, donde el apóstol dice que el Espíritu ha dado a cada uno dones distintos de manera que, como los miembros del cuerpo humano se completan por el bien del entero organismo, los dones de cada uno pueden contribuir al bien de todos (cfr 1 Cor 12).
Reflexionar sobre la complementariedad no es otra cosa que meditar sobre las armonías dinámicas que están en el centro de toda la Creación. Y esta es la palabra clave: armonía. Todas las complementariedades el Creador las hace para que el Espíritu Santo, que es el autor de la armonía, haga esta armonía”.
“Oportunamente – dijo – os habéis reunidos en este coloquio internacional para profundizar el tema de la complementariedad entre hombre y mujer. En efecto, esta complementariedad está en la base del matrimonio y de la familia, que es la primera escuela donde aprendemos a apreciar nuestros dones y los de los demás, y donde comenzamos a aprender el arte de vivir juntos”.
Para la mayor parte de nosotros, la familia constituye el lugar principal en el que empezamos a “respirar” valores e ideales, como también a realizar nuestro potencial de virtud y caridad. Al mismo tiempo, como sabemos, las familias son lugar de tensiones: entre egoísmo y altruismo, entre razón y pasión, entre deseos inmediatos y objetivos a largo plazo... Pero las familias proporcionan también el ámbito en el que resolver estas tensiones: y esto es importante".
"Cuando hablamos de complementariedad entre hombre y mujer en este contexto, no debemos confundir este término con la idea simplista de que todos los roles y las relaciones entre ambos sexos están cerradas en un modelo único y estático”.
“La complementariedad asume muchas formas, porque cada hombre y cada mujer aporta su propia contribución personal al matrimonio y a la educación de los hijos. La propia riqueza personal, el propio carisma personal, y la complementariedad se convierte así en una gran riqueza. Y no sólo es un bien, sino que también es belleza”.
“En nuestro tiempo – observó – el matrimonio y la familia están en crisis. Vivimos en una cultura de lo provisional, en la que cada vez más personas renuncian al matrimonio como compromiso público”.
"Esta revolución de las costumbres y la moral ha enarbolado a menudo al bandera de la libertad – entre comillas – pero en realidad ha traído devastación espiritual y material a innumerables seres humanos, especialmente a los más vulnerables”.
“Cada vez es más evidente que el ocaso de la cultura del matrimonio está asociado a un aumento de la pobreza y a una serie de muchos otros problemas sociales que afectan de manera desproporcionada a las mujeres, niños y ancianos.
Cada vez son más las personas que sufren más, en esta crisis”.
“La crisis de la familia ha dado origen a una crisis de ecología humana, pues los ambientes sociales, como los ambientes naturales, necesitan ser protegidos. Aunque la humanidad ya ha comprendido la necesidad de afrontar lo que constituye una amenaza para nuestros ambientes naturales, somos lentos – pero somos lentos, ¿eh?, en nuestra cultura, también en nuestra cultura católica – somos lentos en reconocer que también nuestros ambientes sociales corren riesgo. Es por tanto indispensable promover una nueva ecología humana y hacerla ir adelante”.
“Es necesario insistir en los pilares fundamentales que sostienen una nación: sus bienes inmateriales".
"La familia sigue siendo el fundamento de la convivencia y la garantía contra la desintegración social. Los niños tienen derecho a crecer en una familia con un papá y una mamá, capaces de crear un ambiente idóneo a su desarrollo y a su maduración afectiva”.
“Por esta razón, en la exhortación apostólica Evangelii gaudium, puse el acento en la contribución ‘indispensable’ del matrimonio a la sociedad, contribución que ‘supera el nivel de la emotividad y de las necesidades contingentes de la pareja’ (n. 66). Por esto os agradezco el énfasis puesta por vuestro coloquio sobre los beneficios que el matrimonio puede traer a los niños, a los cónyuges mismos y a la sociedad”.
“En estos días – añadió – mientras reflexionáis sobre la complementariedad entre hombre y mujer, os exhorto a dar relieve a una verdad respecto al matrimonio: es decir que el compromiso definitivo respecto a la solidaridad, la fidelidad y el amor fecundo responde a los deseos más profundos del corazón humano”.
“Pensemos sobre todo en los jóvenes, que representan el futuro: es importante que estos no se dejen llevar por la mentalidad dañina de lo provisional y sean revolucionarios por el valor de buscar un amor fuerte y duradero, es decir, de ir contracorriente: se debe hacer esto".
Y añadió: "No debemos caer en la trampa de ser calificados con conceptos ideológicos. La familia es un hecho antropológico, y consecuentemente un hecho social, de cultura .... Y nosotros no podemos calificarla con conceptos de naturaleza ideológica que sólo tienen fuerza en un momento de la historia, y después caen”.
“No se puede hablar hoy de familia conservadora o familia progresista: la familia es familia. Pero no dejarse calificar así por este u otro concepto, de naturaleza ideológica. La familia es en sí misma, tiene una fuerza en sí misma”.
Su deseo final: “Que este coloquio pueda ser fuente de inspiración para todos aquellos que buscan apoyar y reforzar la unión del hombre y de la mujer en el matrimonio como un bien único, natural, fundamental y bello para las personas, las familias, las comunidades y las sociedades”.
“Es este contexto quiero confirmar que, si Dios quiere, en septiembre de 2015 iré a Philadelphia para el octavo Encuentro Mundial de las Familias. Os doy las gracias por las oraciones con las que acompañáis mi servicio a la Iglesia”.